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Ayer,
ayer que no hoy, entré en un corral de gallinas.
Fui
y observé y agudicé el oído.
Las
gallinas durante todo el tiempo lo único que hacían era
cococo,
cococo, cococo.
¡Ah!
Pero había un gallo, altivo, orgulloso, estirado. Soy el gallo del corral,
repetía
sin cesar, picoteo a mis gallinas, mi canto es de tenor, con él a mis vecinos
despierto yyy a alguna que otra gallina.
¡Ah!
Tonto engreído galán.
En
el corral de al lado hay una pollita, descarada, muy bonita.
Está
cansada del viejo gallo. Éste la agasaja sin cesar, la acorrala y picotea, la asedia,
la persigue.
Cansada
está la pollita y haciéndose la tontita una salsa merengada delante del joven gallo
ha decidido bailar.
Ella
piensa que este gallo al fin la pretenderá.
Caballero, sí, usted, ¿dónde
va? Acaso no quiere oír lo que tengo que contar. Mire usted que la historia
solo acaba de empezar…Yo le invito a que se siente y termino de contar. Es muy
breve, ya verá.
La
pollita está cantando, alborota a las gallinas.
El
vejestorio cavila. Ese gallo presumido ¿me quitara a mis pollitas? Jamás lo consentirá.
Lo
mira y piensa ¡uf! Demasiados musculitos, cerebrito muy poquito y algo torcido le
diviso ese espolón.
Me
acercaré despacio, que crea que estoy cansado, que de gallo, yo, ya paso.
El
galán lo ve, lo mira y decide en su inocencia que el compañero emplumado, ya
vetusto, bien le puede entender y en él puede confiar.
Cuenta,
cuenta… Yo, a tu edad, la cresta ya me pesaba ¿Y tú, chaval, cómo vas?
Pues
verás, solo tengo plumas, le cuenta el infeliz, he de mantener el tipo de gallo
bien emplumado, la cresta ya se me dobla la tengo que sujetar, el espolón me
tropieza cuando las quiero montar, picoteo, picoteo pero picoteo mal, ¿a quién
quiero yo engañar?
Y
el viejo gallo cavila. O sea que la gallina vieja tiene razón cuando de él
cuenta que no es gallo ni gallina y le falla el espolón y por la puerta trasera
el gallito se le escapa.
El viejo piensa y piensa. Yo te voy a
escarmentar. Sin pluma te has de quedar. Que a mi pollita tú no la vas a picar
ya verás cuando yo cuente que este gallo no es tal gallo ni sirve como galán.
Y
el emplumado vejete contó y recontó lo dicho, y lo no dicho también, y de gallo
pasó a gallito, solo con sus musculito.
Las
gallinas a lo suyo, cococo cococo cococo, bailando está la pollita, rodeando a
su vejete, al compas de una canción que
otro gallo va cantando y enseñando el espolón.
De
la Safor
Buena metáfora, para la prepotencia de algunos.
ResponderEliminarBesos