martes, 19 de mayo de 2015

Eclesiástico, 19, (Sus ojos observan siempre su conducta.)








                                          Imagen de Internet 



Tengo mi corazón de cristal
y tras de mí dejo la abrasadora noche
con todos sus segundos, sus minutos y sus horas.

En la mañana, solo tus palabras
diciendo, bendígate la luz de la mañana.

Mis ojos son de cristal
y veo acercarse un fingido tiempo, sonriente y engañoso,
donde la mentira duerme.

Pero bendígate la luz de la mañana.

Mi boca es de cristal
y dentro tengo un badajo que llama a la oración
de aquellos que ya están muertos. 
A todos los mato el silencio,
el silencio y tu voz.

¿Qué importa? Bendígate la luz de la mañana.

Mis labios, mis labios son de cristal
y tiemblan de indignación y no pronuncian palabras,
solo babean de rabia.

Y sigues tú bendiciendo.

Tengo piernas de cristal y unos pies que no avanzan, retroceden,
ya no tienen movimiento.

Y al bendecir, tú maldices, maldices mis pensamientos.

Mis brazos, mis manos, mis dedos son de cristal
y  no te puedo abrazar y no tengo movimientos.

Y tú, y tú sigues bendiciendo.

De Lasafor:


 Éxodo 22, mi ira se encenderá y os matara a filo de espada.   Hola Pichín, hace algún tiempo que nos conocemos, bueno, que te conozco. ...